Su primer apodo fue El Cosiringo. Jerry llegó a nuestras vidas cuando el amanecer de mi cumpleaños número 37 estaba por llegar. Yo creo que lo único que hace despertar a Lida de un profundo sueño es el constante e insistente maullar de un gatito. Entre sueños escuché que la puerta del frente se cerraba y mientras mi aletargado cerebro trataba de adivinar lo que sucedía, esperando muy dentro de mí que lo que haya despertado a Lida no hubiesen sido las pisadas en el techo de algún caco en plena faena.
Al fin la puerta volvió a cerrarse y de pronto la luz se hizo. Frente a mí estaba la gordis con un pequeñuelo en brazos. Me dijo: "¡Mira, un gatito! Pobrecito, lo voy a bañar porque está lleno de llagas en la piel". En efecto, el pobre minino tuvo su primer baño cuando ni siquiera el nuevo día había llegado. Después de eso, tuvo la recompensa de una copiosa cantidad de croquetas y luego buscó un escondite para tomarse una larga siesta.
Al fin la puerta volvió a cerrarse y de pronto la luz se hizo. Frente a mí estaba la gordis con un pequeñuelo en brazos. Me dijo: "¡Mira, un gatito! Pobrecito, lo voy a bañar porque está lleno de llagas en la piel". En efecto, el pobre minino tuvo su primer baño cuando ni siquiera el nuevo día había llegado. Después de eso, tuvo la recompensa de una copiosa cantidad de croquetas y luego buscó un escondite para tomarse una larga siesta.
A eso del mediodía volvió en sí y fue cuando le presentamos a la pequeña Georgia, quien inmediatamente lo adoptó como si fuera alguna muñeca a la que hiciera a su antojo. Mientras pensábamos cómo se llamaría, el pequeño felino no encontraba la forma de huir del aterrador acoso de la incansable Georgetta. Al fin lo llamamos Jerry (por Jerry Seinfeld) para que estuviera en pareja con la peluda Georgia.
Era nuestro primer gatito macho que llegaba a casa. Aunque en efecto, tenía la piel muy lastimada, logró acceder a los juegos y caprichos de Georgita, quien también se contagió y hubo que darle a ambos un tratamiento de baños con Hexadene. A la larga ambos quedaron muy bien pero Jerry tardó un poco más en tener una bella pinta de pelaje.
Sin embargo, el Cosiringo, como solíamos llamarle, tuvo que pasar una época de pruebas muy difícil. Fue a principios del 2006 cuando, brincando de una hamaca al piso sufrió una fractura en una pierna trasera. Hubo que intervenir quirúrgicamente porque la fractura no soldó bien, pero tristemente la operación tuvo consecuencias porque al parecer, por un problema circulatorio hubo que intervenirlo de nuevo y amputarle la patita izquierda trasera debido a que ya presentaba necrosis.
Ese fue un mes muy difícil porque Jerry se la pasó internado en la veterinaria; de cuando en cuando lo visitábamos y salíamos rompiendo en llanto porque el minino, además de haber perdido mucho peso, al vernos se nos acercaba maullando y nosotras lo interpretábamos como un "llévame a casa, ya no aguanto estar aquí".
Cuando al fin pudimos tenerlo en casa hubo que aplicarle un tratamiento y tenerlo con collar isabelino ya que se había hecho una herida en la piel por lamerse, además de que en un costado se le había caído el pelo por estar tanto tiempo acostado sobre él. Por otra parte, el gato, sin una pata, tratando de adaptarse a su nueva condición y con un aparato en la cabeza que lo hacía ver como una antena parabólica, nos ofrecía un espectáculo desesperante porque al caminar se descontrolaba y giraba como un helicóptero sobre sus patas delanteras.
Hoy, Jer Jer Cochinito Cochinito corre más rápido que yo y también recuperó su peso y su bonito pelaje. Eso si, cuando quiere algo pone cara de "soy un pobre inválido... ¡hazme caso!".
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