Nunca desayunamos en casa. ¡Mala costumbre!
Así que siempre que llegamos al trabajo, una de nuestras opciones es ir a la tienda de doña Maty y comprar nuestro consabido sandwich de jamón y queso, acompañado de la reglamentaria coca light (ah, si... hay que conservar la línea).
Esa mañana de octubre, justo dos días antes del cumpleaños de Lidita, me tocó ir por las tortas. Mientras esperaba la preparación de las mismas me pareció "escuchar a un lindo gatito", y tratando de ubicar el origen de tales maullidos me asomé fuera del establecimiento. Una joven venía dirigiéndose hacia nosotros y trataba de controlar a un pequeño minino, sin éxito.
"¿Es su gatito?", le pregunté temerosa de que sólo se estuviera deshaciendo de él. Me respondió que en realidad no era de ella, pero que había llegado al lugar donde trabajaba y que lamentablemente tendría que deshacerse de él porque no podía tenerlo en el lugar. Rápidamente me ofrecí a acogerlo, procediendo a comentarle a mi nueva joven amiga que me gustaban los gatos y que el gatito estaría en buenas manos.
La joven Georgina accedió a dejar al pequeño en mis manos, aún recelosa de mis intenciones. Le indiqué mi lugar de trabajo y procedí a mostrarle al tucho a Lida. Rápidamente lo llevamos a casa (en ese entonces, sin saberlo, vivíamos nuestra etapa de "un mes en la 65") y retornamos a trabajar.
Lo llamamos Cosmo, por Cosmo Kramer, el singular personaje de Seinfeld. Esa tarde se la pasó maullándonos e indicándonos que quería quedarse junto a nosotras. Después de un par de días se adaptó a los demás gatos, pero nos llamó mucho la atención el parecido de su pelaje con el de Poirot.
Lo apodé "Pirinolo". Y es un encanto de gatito.
Así que siempre que llegamos al trabajo, una de nuestras opciones es ir a la tienda de doña Maty y comprar nuestro consabido sandwich de jamón y queso, acompañado de la reglamentaria coca light (ah, si... hay que conservar la línea).
Esa mañana de octubre, justo dos días antes del cumpleaños de Lidita, me tocó ir por las tortas. Mientras esperaba la preparación de las mismas me pareció "escuchar a un lindo gatito", y tratando de ubicar el origen de tales maullidos me asomé fuera del establecimiento. Una joven venía dirigiéndose hacia nosotros y trataba de controlar a un pequeño minino, sin éxito.
"¿Es su gatito?", le pregunté temerosa de que sólo se estuviera deshaciendo de él. Me respondió que en realidad no era de ella, pero que había llegado al lugar donde trabajaba y que lamentablemente tendría que deshacerse de él porque no podía tenerlo en el lugar. Rápidamente me ofrecí a acogerlo, procediendo a comentarle a mi nueva joven amiga que me gustaban los gatos y que el gatito estaría en buenas manos.
La joven Georgina accedió a dejar al pequeño en mis manos, aún recelosa de mis intenciones. Le indiqué mi lugar de trabajo y procedí a mostrarle al tucho a Lida. Rápidamente lo llevamos a casa (en ese entonces, sin saberlo, vivíamos nuestra etapa de "un mes en la 65") y retornamos a trabajar.
Lo llamamos Cosmo, por Cosmo Kramer, el singular personaje de Seinfeld. Esa tarde se la pasó maullándonos e indicándonos que quería quedarse junto a nosotras. Después de un par de días se adaptó a los demás gatos, pero nos llamó mucho la atención el parecido de su pelaje con el de Poirot.
Lo apodé "Pirinolo". Y es un encanto de gatito.
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