Luego, fueron a buscar a La Negra, una gata que había tenido sus gatitos en otra casa del vecindario. A La Negra la acogieron "temporalmente", mientras amamantaba y educaba a sus pequeños. De esa camada nació Kelly y también su hermana Shadow.
Una vez que los gatitos dejaron te tomar leche de su mamá, nuestras amigas aprovecharon esterilizar a La Negra pues tenían miedo que en una de esas los gatos de la colonia la cortejaran de nuevo y ella cediese a sus encantos.
Continuamos con el relato de Frida:
Pasaron unas tres semanas y La Negra desapareció. De pronto ya no la volvimos a ver y supusimos entonces que ya habría tenido a sus gatitos. Comencé a buscarla entre las casas, tratando de asomarme y llamándola. Hasta que tres días después la vi salir de la casa de unos vecinos, a tres casas de la nuestra. ¡¡Y ya estaba desinflada!! Así que me apresuré a preguntarle a la vecina si ya había tenido a sus hijitos.
-Sí, vino a tenerlos abajo de mi lavadora hace tres días... pero ya los voy a tirar porque no me gustan los gatos!-
¿¿¿QUÉEEE???... ¡Así, como si fueran basura!
Y por supuesto que yo, la salvadora de gatos, me di a la tarea de rescatarlos. ¡¡SIETE GATITOS!! cuatro hembras y tres machitos. Todos negritos y sólo dos blancos con negro (hembras) como su papá, "El Bolas".
Y fue así que La Negra Tomasa comenzó a formar parte de nuestra familia (muy en contra de la voluntad de Maya pero con el apoyo de Lupita) y sus siete hijitos fueron creciendo, destrozando el jardín y volviéndonos locas: alimentar a siete gatitos, cuando la leche de la mamá ya no les es suficiente, darles sus medicinas y mimarlos y cuidarlos y atender todos sus destrozos no fue tarea fácil!
Conforme fueron creciendo les fuimos encontrando hogar a cada uno. Pero tampoco era cosa fácil; la gente no quería gatos negros y ellos seguían creciendo. Finalmente le encontramos hogar a cuatro de ellos y dos se perdieron o se los robaron o no supimos que les pasó, porque se salieron de la casa y ya no volvieron. Y la séptima, Shadow, ya se quedó en casa; no tuve corazón para regalarla. Además, Maya necesitaba una compañerita de juegos de su misma especie, para darse cuenta que era gato y no perro.
Una vez que los gatitos dejaron te tomar leche de su mamá, nuestras amigas aprovecharon esterilizar a La Negra pues tenían miedo que en una de esas los gatos de la colonia la cortejaran de nuevo y ella cediese a sus encantos.
Continuamos con el relato de Frida:
Y llegó La Negra...
Hacia varios días que la veíamos deambular por nuestra calle, husmeando en los basureros de las casas en busca de comida. Se veía flaca, pero panzona. Estaba embarazada. Y empezamos entonces a darle un poco de la comida de Maya, misma que se la poníamos a la puerta de la casa, en un recipiente, sin dejarla entrar.
Pasaron unas tres semanas y La Negra desapareció. De pronto ya no la volvimos a ver y supusimos entonces que ya habría tenido a sus gatitos. Comencé a buscarla entre las casas, tratando de asomarme y llamándola. Hasta que tres días después la vi salir de la casa de unos vecinos, a tres casas de la nuestra. ¡¡Y ya estaba desinflada!! Así que me apresuré a preguntarle a la vecina si ya había tenido a sus hijitos.
-Sí, vino a tenerlos abajo de mi lavadora hace tres días... pero ya los voy a tirar porque no me gustan los gatos!-
¿¿¿QUÉEEE???... ¡Así, como si fueran basura!
Y por supuesto que yo, la salvadora de gatos, me di a la tarea de rescatarlos. ¡¡SIETE GATITOS!! cuatro hembras y tres machitos. Todos negritos y sólo dos blancos con negro (hembras) como su papá, "El Bolas".
Y fue así que La Negra Tomasa comenzó a formar parte de nuestra familia (muy en contra de la voluntad de Maya pero con el apoyo de Lupita) y sus siete hijitos fueron creciendo, destrozando el jardín y volviéndonos locas: alimentar a siete gatitos, cuando la leche de la mamá ya no les es suficiente, darles sus medicinas y mimarlos y cuidarlos y atender todos sus destrozos no fue tarea fácil!
Conforme fueron creciendo les fuimos encontrando hogar a cada uno. Pero tampoco era cosa fácil; la gente no quería gatos negros y ellos seguían creciendo. Finalmente le encontramos hogar a cuatro de ellos y dos se perdieron o se los robaron o no supimos que les pasó, porque se salieron de la casa y ya no volvieron. Y la séptima, Shadow, ya se quedó en casa; no tuve corazón para regalarla. Además, Maya necesitaba una compañerita de juegos de su misma especie, para darse cuenta que era gato y no perro.
3 comentarios:
Que historias tan interesantes sobre vuestros amiguitos!!
Nos encanta leerlas!
Lametones,
Puça y Mistu
no puedo creer que la gente no acepte unos gatos por ser de color negro, todo por la creencia estúpida de que son de mala suerte, los gatos negros son realmente hermosos... mi gata hace unas 3 semanas tuvo a los suyos, son 3 y están realmente gordos, hasta los dedos de las manitas se les separan de tan gorditos, en mi blog tengo fotos de ellos por si gustan verlos jejeje, están hermosos, y hay uno negro entre ellos, que es el que quiero quedarme si así me lo permiten, de hecho quisiera quedarme con todos, pero me corren de mi casa, en fin, muchos saludos, y felicitaciones de nuevo por su noble labor...
Mire con lo de los gatos negros, estos humanos mañosos...
Y eso no es todo. Tienen unas mañas peores...
Por suerte, nosotros podemos estar tranquilos por haber encontrado humanos que nos quieran con nuestras mañas...
El Gatote.
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