Monchito

Pues después de varias semanas caóticas llevando el proceso de mudanza de nuestro centro de trabajo, al fin fuimos viendo que la nueva oficina tomara forma. Sentimos que quedamos bien situadas, porque en el rumbo hay varios comercios que nos sirven cotidianamente: tlapalería, tortillería, lavandería, etc. Y fue que yendo a hacer una diligencia a esta última fue que Lida se estrenó con Monchito.

Yo no me explico cómo es que siendo algo corta de su nivel auditivo puede percibir el lejano maullido de un gato en apuros. Ni siquiera alcanzó llegar al local al que se dirigía cuando le llamó la atención que en alguna casa un gatito maullara insistentemente.

Así llegó Monchito, de la barda de algún vecino. Extremadamente delgado y sumiso, Monchito dejó que lo llevaran a revisión a la veterinaria. Ahí se quedó un par de días y luego el veterinario nos lo llevó a casa.

Los dos primeros días se la pasó lloriqueando y regañando a todos, pues no quería ser amigable con los demás. Sólo se nos pegaba a mí o a Lida, y si salíamos de la habitación maullaba como reclamando porqué lo dejábamos ahí.

Total, terminó integrándose a los juegos de los demás. Aquí lo vemos durmiendo con Argus:

Eso sí, que nadie se atreva a quitarle su comida, porque se las va a ver negras: se convierte en una fiera salvaje y no discrimina a quién gruñirle.