jueves, diciembre 28, 2006

Lula

Te recomiendo acomodarte y tener tu refresco y botana preferida porque esta es una historia larga.

La pequeña Lula pasó por muchas cosas. Esta fue la única gatita a quien quisimos dar en adopción porque ya 17 gatos eran demasiados para nosotras.

Un caluroso domingo de julio salió Lida por nueva reserva de hielo para nuestra soda y regresó con una pequeña bola de pelos que al parecer apenas y había abierto los ojos. Se la encontró caminando torpemente bajo la acera y sin rumbo.

¡Era una pequeña de apenas un mes! Notamos que no había destetado y que había que alimentarla con leche! Entramos en pánico. Era domingo y lo único que se nos ocurrió fue llamar a Irwing para preguntarle qué hacer. Él nos dijo que la alimentáramos con leche deslactosada mientras conseguíamos la de Royal Canin. La tuvimos que alimentar con una jeringa porque aún no sabía beber en plato... ¡Estaba muy pequeñita!!!


Bobby en seguida llegó a ayudar y estaba contentísimo con la bebé. En los dos días subsecuentes comenzamos a preocuparnos porque, a pesar de que ya sabía dónde estaba el arenero y de que ya había hecho pipí, aún no había hecho del 2.

El día anterior al encuentro de Lula tuvimos la visita de una pareja con quienes congeniamos porque una de ellas dijo ser también una "gato-adicta" y que incluso había tenido éxito con bebés muy pequeñitos y que actualmente tenía 4 gatos.

Nos comunicamos con ella y le pedimos ayuda porque nosotras estábamos desesperadas. Accedió a cuidar de Lula y el miércoles la llevamos a su casa con su dotación de leche y mamilas. Nos sentimos un poco aliviadas pero íbamos a estar pendientes de la gatita.


Al otro día esta chica nos comentó que al fin la gatita había hecho en el arenero... ¡¡Puff!! sentimos que se nos quitó un peso de encima, ya que para nosotras esa función corporal es esencial para saber que nuestras mascotas están saludables.

Quedamos muy contentas cuando María José nos comunicó su intención de adoptar a Lulu (tal fue el nombre que Lida le puso a la pequeña). Al cumplir una semana de haberla encontrado fuimos a visitarla. La Peque, como la llamaba su nueva dueña se mostraba muy activa, como cualquier gatito de su edad. Nos sentimos muy contentas porque al parecer habíamos tenido éxito en encontrarle un hogar. Ese día, yo le pregunté a Ma. José si ya había llevado a la gatita a checar con el veterinario porque la notaba un poco panzona, a lo que me respondió afirmativamente y que incluso ya la había desparasitado.


Unos días después se nos ocurrió ir a visitarla de nuevo y yo continuaba viendo muy panzona a la gatita, además de que su pelaje estaba raro. María José nos dijo que estaba actuando raro y que incluso salía al patio a revolcarse en la tierra. Otro día nos dijo que el veterinario le dijo que lo que tenía en la piel era debido a la arena usada en el arenero. Lamentablemente, nosotras sospechábamos algo raro y ya no nos gustó el que La Peque viviera ahí.

Un día, mientras chateaba con esta chica, le insinué que si quería nosotras podíamos llevarla al veterinario y que incluso costeábamos la consulta, que ella no se preocupara por eso.

No quiero entrar en detalles sobre la personalidad de esta muchacha ya que todos sus argumentos a mí me sonaban contradictorios. Afortunadamente ella y su pareja accedieron a devolvernos al animalito, a quien rápidamente llevamos a la veterinaria. Irwing nos sugirió que la dejáramos internada unos días. Resultó que la pequeña Lulu (regresó a su anterior nombre el cual posteriormente cambió a Lula) no sólo estaba anémica sino que había contraído sarna.

La gatita casi casi estaba pelona. Pasaron un poco más de 2 semanas de tratamiento en la veterinaria. Cuando nos la devolvieron parecía una pequeña rata sin pelo y aún con algunas heridas en la piel. El que más se alegró de tenerla de vuelta fue Bobby.

Hoy en día siempre recordamos este incidente y nos arrepentimos de haberle cedido a nuestra nené a una mitómana psicótica.

Actualmente Lula está más que saludable y tiene un hermoso y abundante pelaje, cuyo color le hacer parecer como una gatita sucia... Es por eso que yo la llamo Lula Cocol.

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