No tengo donde estar

Cada vez que acondiciono un espacio para trabajar a gusto, éste se ve invadido de seres peludos. Me han sacado de la mesa, de mi escritorio y hasta se han apropiado de mi silla.

Desistí de tener una oficina-taller arreglada a mi gusto, porque me fastidié de ver todos los días mis cosas tiradas o mi espacio lleno de gatuchos. ¡En fin!

Mi última adquisición y mi sueño de toda la vida: una silla-hamaca. ¡Es comodísima! Pero no la usaba mucho hasta que le adquirí un taburete con tejido igual al de la silla. Y la Navidad pasada me compré una de esas mesitas que adoptan una y mil posiciones (la cual, creo que por no ser la original no tiene mucha estabilidad, pero cumple con un suficiente cometido). ¡Ahhhh! Situada frente a la televisión ya podía sentarme a escribir e incluso trabajar un poco en mis manualidades.


Pero la felicidad no duró mucho. Los invasores actuaron en cuanto terminaron de analizar los objetos:
Saskia y Miranda utilizan la silla para dormir una siesta.

Pirinolo nos muestra qué tan amplia y cómoda puede ser.

Y el taburete está peleado: es el favorito de todos para bañarse o esperar la hora de la cena.

"Hey, yo llegué primero"