Gatitos Santos

Pues ayer, Viernes Santo, tuvo su aventura. Además de que nuestra patrona nos hizo un encargo por la mañana por habernos quedado con vehículo, e ir por la tarde a alimentar a los perritos de don Andrés, por la noche se aventuró Lida a investigar algunos maullidos que escuchaba, los cuales resultaron ser de los hermanos de Albanene.

La gata se había mudado a la casa de al lado de donde se encontraba.

Con algunas artimañas y una jaula, y después de dos vueltas, logró rescatar a la gata y a sus otros dos retoños: una gatita igualita que Albanene y uno amarillo. Los dos en muy buen estado, al igual que Albanene.

Con toda la intención de tratar de darlos en adopción y evitar que se queden en la calle, le llamamos a Silvia Cortés para ver si nos los recibía. Quedamos en ir hoy, sábado, a las 5 de la tarde, a entregárselos.

Tanto a los pequeños como a su mamá los pusimos en una jaula de 70x30x30cms para tratar de que se tranquilicen. Sin embargo, de por sí, la mamá, una gata de pelaje tortoishell, es muy amigable, y gracias a ella fue fácil lograr que los gatitos se acercaran, ya que ellos si son algo huraños (los gringos los llaman ferals: callejeros).

Hoy, los hemos sacado de la jaula para que exploren poco a poco. Huraños todavía, pero con promesas de adaptarse.

Pasa el tiempo... y la conciencia me corroe.

Es la ley de la vida que los cachorros se separen de su madre. Le hice el comentario a Lida de que nos quedáramos con la mamá, porque ella tendría menos probabilidades de adopción y nosotras la podríamos operar pronto.

Pero... Mientras adoptan a los otros dos, a quienes les pusimos los temporales nombres de Opalina y Couché, los imaginamos en una jaula, limitados de movimiento, sin poder salir a jugar.

"Opalina"

"Couché"

Son "Los Papelitos" (o Les papiers, como se diría en francés).

Y yo sigo con mi conciencia...

Quiero hacer un breve paréntesis para contarles una experiencia que tuvimos el jueves santo: Nos tocó llevar a un pariente a medir una casa en Baca, un pueblo cercano a Mérida. La hospitalaria gente nos hizo pasar por la construcción de 4x3 metros para resguardarnos del sol, y curiosas salimos a acechar a su patio. Cualquier turista apreciaría la rústica vista de la gente que hace de todo por sobrevivir.

Sin embargo, nos llamó la atención de que a la señora de la casa le gustaban los gatos. Tenía dos gatas amarradas (para que no huyeran), y sus últimos gatitos, ya de 2-3 meses de edad, andaban por ahí.

Todavía así, en la casa había otra gata con otra camada, pero eran pequeñitos (de días, apenas).

Y yo me pregunto cuál será el destino de esos animalitos. Aún que la dueña de la casa guste de la compañía felina, no puede ni tiene para esterilizarlos. Y muero de pena al imaginarme su destino.

Y en mi casa... con estos "papelitos" a los que quiero dar en adopción. ¿Podrán tener un hogar digno? ¿La persona que quiera hacerse cargo de ellos será tan consciente de darle los cuidados necesarios (no sólo alimenticios y de salud, sino de esterilización?)

¿Qué puedo hacer?

Porque, por otra parte, no quiero que sufran lo que nuestra Lula: caer en manos de gente descuidada.

Mientras tanto, Albanene ya se adapta a su nuevo hogar:

Y esta es la mamá, a quien le llamamos temporalmente Windy, a menos que decidamos ponerle el nombre de algún papel en especial: