Mara
"Buaaaaaa.... yo quiero un gatito negro!! Yo nunca he tenido un gato negro!!!!", lloraba la pequeña Lida en pos de su reciente capricho.
"Para mi aniversario quiero un gatito negro", era otra de sus frases.
Bueno, así llegó Mara, la pequeña Marita... Otra de nuestras adquisiciones de la veterinaria del Dr. García.
Como "ya me habían pasado el dato", pues fui a la veterinaria a decir que me apartaran a la gatita porque en la tarde íbamos por ella.
Marita era muy negrita (al menos eso pensábamos). Después de sacarla de la veterinaria andaba un poco inquieta, y yo comencé a cantarle "Es Marita, la más negrita; es una gata, muy bonita". Pudiera parecer una tontera, pero al parecer nuestros intentos de distraer a la minina para que no se alborotara estaban dando resultado.
Cuando llegó a casa, por supuesto que se le aisló de los demás para irla ambientando poco a poco.
No sé en qué momento, Lida me hizo un comentario raro, acerca del color de la gatita... De que no se le fuera a menospreciar por ser negrita. ¡Madre! No me explico cómo hubiera podido ser posible eso.
Mara fue la nené consentida de la casa... Tuvo su momento de gloria. Para que no se "suscitara" algún "acto" de desprecio hacia ella, fue la que más tuvo nuestra atención durante un gran tiempo.
Lamentablemente, "el pecado de Mara" ha sido la comida. Ohhh, no podíamos intentar tomar nuestro almuerzo, porque entonces podríamos conocer el lado salvaje de Mara... ¡Oh, sí!
Yo siento que con la edad se me han presentado deficiencias no sólo de la visual sino del habla. En una ocasión que nos disponíamos a correr a escondernos para almorzar, Mara nos alcanzó, asiéndose del pantalón de Lida y escalándola hasta la altura de su plato. Todo esto estando Lida parada en medio de una habitación. Yo, tratando de articular algunas palabras, dije: "Te ataca un tutú!".
Desde eso, el apodo de Marita es Tutú... Es un Tutú de Pantalón.
"Buaaaaaa.... yo quiero un gatito negro!! Yo nunca he tenido un gato negro!!!!", lloraba la pequeña Lida en pos de su reciente capricho.
"Para mi aniversario quiero un gatito negro", era otra de sus frases.
Bueno, así llegó Mara, la pequeña Marita... Otra de nuestras adquisiciones de la veterinaria del Dr. García.
Como "ya me habían pasado el dato", pues fui a la veterinaria a decir que me apartaran a la gatita porque en la tarde íbamos por ella.
Marita era muy negrita (al menos eso pensábamos). Después de sacarla de la veterinaria andaba un poco inquieta, y yo comencé a cantarle "Es Marita, la más negrita; es una gata, muy bonita". Pudiera parecer una tontera, pero al parecer nuestros intentos de distraer a la minina para que no se alborotara estaban dando resultado.
Cuando llegó a casa, por supuesto que se le aisló de los demás para irla ambientando poco a poco.
No sé en qué momento, Lida me hizo un comentario raro, acerca del color de la gatita... De que no se le fuera a menospreciar por ser negrita. ¡Madre! No me explico cómo hubiera podido ser posible eso.
Mara fue la nené consentida de la casa... Tuvo su momento de gloria. Para que no se "suscitara" algún "acto" de desprecio hacia ella, fue la que más tuvo nuestra atención durante un gran tiempo.
Lamentablemente, "el pecado de Mara" ha sido la comida. Ohhh, no podíamos intentar tomar nuestro almuerzo, porque entonces podríamos conocer el lado salvaje de Mara... ¡Oh, sí!
Yo siento que con la edad se me han presentado deficiencias no sólo de la visual sino del habla. En una ocasión que nos disponíamos a correr a escondernos para almorzar, Mara nos alcanzó, asiéndose del pantalón de Lida y escalándola hasta la altura de su plato. Todo esto estando Lida parada en medio de una habitación. Yo, tratando de articular algunas palabras, dije: "Te ataca un tutú!".
Desde eso, el apodo de Marita es Tutú... Es un Tutú de Pantalón.
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