Durante semanas tuve que soportar el llanto de Lida porque Milka ya no era bebé. "¡Quiero nené!", chechoneaba, y yo convenciéndola de que 19 gatos eran demasiados... que si entraba uno más nosotras tendríamos que dormir en el patio!!!
Pero el 22 de diciembre (2005) llegué a casa después del trabajo y cuando Lida abrió la puerta tenía una sonrisa de oreja a oreja, con mirada asustada y además con un tucho en los brazos: un gatito que al verlo te consumía con su tierno aspecto.
"¿Y eso?", pregunté... "Pues me dirigía a comprar la comida cuando me topé con una de las pequeñas vecinas que cargaba a este bichito. Y cuando le pregunté a dónde llevaba al gatito me contestó que conmigo"
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